Fabian Bohnenberger, Clara Weinhardt
Cuando se creó la Organización Mundial del Comercio (omc) hace más de dos décadas, muchos dieron por hecho que las promesas de la globalización económica avanzarían de manera irresistible y que, como consecuencia de ellas, vendría naturalmente la liberalización comercial. No obstante, la política comercial sigue siendo una cuestión en disputa, con importantes consecuencias distributivas en los ámbitos nacional e internacional. Es por ello que es necesario redefinir el papel de la omc: el libre comercio debe complementarse con políticas distributivas justas en el plano nacional, que limiten su potencial disruptivo y debiliten el giro al nacionalismo económico.
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