Santiago de Compostela, España
Décadas después de iniciados los procesos de desinstitucionalización, se viene constatando, aunque muy lentamente, la evolución en las intervenciones psicosocioeducativas con las personas con trastornos mentales y comienzan a desarrollarse acciones, en las que son imprescindibles profesionales de la educación social que trabajen desde una perspectiva holística y comunitaria.
No obstante la realidad de su incorporación en el ámbito de salud mental en Galicia es limitada, proponiéndose este texto denunciar la escasa incidencia de la profesión en el contexto gallego y reivindicar la relevancia de este rol dentro los equipos multidisciplinares.
Para responder al fin propuesto, se muestran los resultados de un estudio cuantitativo sobre la presencia de educadores y educadoras en la totalidad de equipamientos, dispositivos y asociaciones de salud mental gallegas; por otra parte se analizan las condiciones laborales y funciones que asumen, tomando como referencia los datos obtenidos en una aproximación cualitativa a través de entrevistas semiestructuradas a siete profesionales en este ámbito.
A través del análisis de la información, podemos afirmar la necesidad de incrementar la presencia de los y las educadoras sociales en salud mental, para contribuir, mediante la acción socioeducativa, a avanzar en el logro de mayores niveles de autonomía e inclusión social de este colectivo, e incrementar las posibilidades de participación en una sociedad diversa como ciudadanía con plenos derechos.
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