La evaluación de competencias exige la adopción de enfoques metodológicos prácticos y situados, que repliquen la actuación profesional real por medio de demandas auténticas o verosímiles. Su desarrollo práctico debería realizarse de manera gradual, alternando situaciones didácticas y de integración, según las necesidades específicas del alumnado y del aprendizaje a realizar. El trabajo presentado analiza la visión que manifiesta una muestra de 377 estudiantes del primer curso de los grados de educación infantil y primaria sobre las demandas evaluativas contextualizadas.
La información ha sido recabada por medio de un cuestionario que capta la percepción discente sobre el valor didáctico y profesional, el grado de dificultad y el nivel de motivación asociado a las mismas. Su administración se ha realizado finalizadas dos tareas de integración: una pedagógica y otra sumativa. Los resultados revelan que las actividades contextualizadas generan confusión e inseguridad entre el alumnado novel, especialmente cuando afectan a su calificación. Las/os estudiantes admiten su utilidad didáctica y profesional, pero les atribuyen un nivel de dificultad muy elevado. En consecuencia, los niveles de motivación reportados en su desarrollo varían significativamente y con una magnitud de efecto grande, dependiendo de su repercusión pedagógica o acreditativa.
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