En el presente estudio vamos a analizar la relación de la película Melancolía, de Lars von Trier, con obras de arte y, en especial, ciertos dibujos y pinturas. La estrecha relación del autor con las artes plásticas queda más evidente y explícita cuando presenta obras de pintores en sus películas, lo que dota de potencia a las escenas. Las pinturas y dibujos mostrados, referidos o citados en la película traen en su núcleo el contenido de ese estado de ánimo que dio título al filme, materializan los sentimientos del temperamento melancólico y establecen una fuerte conexión visual entre la obra del director y el espectador del filme. Hay un punto de atracción que surge como amenaza y/o es blanco de las miradas de los personajes de sendas representaciones.
Lo hemos señalado en la calma fría y amenazadora de los cazadores en la nieve, de Bruegel; en el intelectual que contempla el firmamento en el País de Jauja; en la postura resignada de Ofelia, de Millais; en el grito en lamento del ciervo, de Hill; en la expresión ensimismada y enigmática de David, de Caravaggio, al contemplar la cabeza de Goliat. Y en la imagen de una eclosión en el grabado de Durero.
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