Salamanca, España
Desde el descubrimiento de la agricultura por las mujeres empezó la selección de las semillas criollas y la ligación de las mujeres con ellas, que hasta hoy son sus principales mantenedoras. Estas semillas fueron seleccionadas de manera dirigida al clima, al hábitat y a la cultura de cada pueblo, pero al principio de la Revolución Verde se introduce un proceso que ha intentado deslegitimizar la importancia de esas semillas y pasa a considerarlas sin valor, o como granos, mostrando las semillas como más un insumo estandarizado y modificado por el mercado. A partir de ahí, se inicia una pérdida de agrobiodiversidad nunca observada. En ese contexto, mismo siendo las principales mantenedoras de la vida, las mujeres no son reconocidas por sus trabajos, productivos, y menos aún por los reproductivos. Así, se propone la educación para el desarrollo sostenible, como un puente de afirmación del papel de las mujeres en la conservación de la agrobiodiversidad a través de la protección de esas semillas, como punto sustancial para la sostenibilidad y de la afirmación de la mujer como protagonista en el escenario del campo, del mantenimiento, de la evolución y de la historia de la tierra.
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