Preguntas como las siguientes: ¿para qué sirve la filosofía? ¿Por qué estudiar filosofía? ¿Cuál es el producto social que aporta un filósofo? ¿Hacia dónde va la disciplina? ¿Qué hace un filósofo?, encuentran respuestas absolutamente disímiles en razón del interlocutor. Ahora bien, dentro de la lógica del desarrollo, propia de los gobiernos neoliberales de América Latina y de la óptica imperialista, o desde las llamadas carreras técnicas o productivas, la respuesta es unívoca: la filosofía es una disciplina anacrónica, en el tanto no responde a los intereses del mercado.
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