La comunicación de crisis es muy llamativa porque se activa en situaciones que ponen a las organizaciones bajo los focos del escrutinio público. Su hermana menor –la comunicación de riesgo– es más discreta, pero enormemente poderosa. Si se usa con acierto, puede evitar que estalle la crisis, pero también puede convertirse en su detonante si se neglige. Así lo evidencia la cancelación forzada del Mobile World Congress 2020 a raíz de la epidemia de coronavirus.
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