En agronomía es costumbre que cualquiera pueda dar consejos y dictaminar sobre cómo gestionar una finca haciendo uso de tópicos como que los fitosanitarios y fertilizantes químicos son imprescindibles; o abrazan el concepto de biodiversidad a modo de comodín, y confían el control de plagas a los auxiliares biológicos; o delegan, en algo tan amplio y abstracto como "la vida microbiana", el crecimiento, cuajado, llenado y hasta la perfecta postcosecha. En 2015 la dirección de Coplaca nos planteó el desafío de poner en marcha desde cero y realizar el manejo posterior de una finca de 7 ha en Güímar, en el sur de Tenerife, que llevaría 3.200 árboles de aguacates y 200 de mangos. Desde ese momento nos planteamos hacerlo sin perjudicar el entorno o incluso mejorándolo, promoviendo la biodiversidad y cuidando la salud.
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