Desde la Edad Media las cenizas de las plantas solían emplearse en toda Europa en la elaboración del jabón y del vidrio. Estas cenizas eran conocidas con diferentes términos derivados de los vegetales empleados y la cualidad del producto. En España la "sosa" y la barrilla eran las más extendidas. Debido a la reconceptualización de sus referencias iniciales, ambas denominaciones sufrieron considerables cambios semánticos durante los siglos XVIII y XIX. El propósito de este artículo es observar estos cambios subrayando los factores intralingüísticos
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