Proponemos pensar sobre una parte de la educación pública no reconocida como tal, que se configura como un campo híbrido y heterogéneo que conjuga un conjunto de prácticas educativas y sociales desarrolladas por una gran diversidad de agentes e instituciones. Ubicarlas dentro del universo de la educación pública nos acerca a la necesidad de regulación, lo que significa el desafío de encontrar “lo común” que liga a prácticas educativas que se realizan en las fronteras entre lo pedagógico y lo social. Entendemos por prácticas socioeducativas al conjunto de acciones, proyectos y programas educativos llevados a cabo en contextos institucionales diversos que tienen por finalidad la promoción cultural y social de los sujetos mediante la trasmisión y mediación con contenidos culturales de valor social. Este ensanchamiento del territorio pedagógico apunta a fortalecer las capacidades de la educación en su finalidad de redistribuir las herencias culturales de forma igualitaria. La configuración de lo socioeducativo como ampliación de lo educativo ha tenido un crecimiento significativo la última década a partir del desarrollo de las políticas sociales y las de inclusión educativa. Ello ha visto nacer una diversidad de iniciativas tendientes a configurar territorios más hospitalarios para la inclusión y participación social de la mayor parte de los ciudadanos. Se analiza críticamente la educación no formal. Desde un discurso pedagógico adherimos a la idea de que no existe una educación no formal, la sola nominación de una práctica como educativa implica ciertos mínimos de organización, planificación e intencionalidad. La adjetivación de la educación como no formal se traslada a los sujetos sin forma, se traslada a las propuestas y, por supuesto, a sus educadores. Esta idea recurrente de una educación pobre para pobres se reedita y se refuerza desde una educación que se configura a partir de lo que no es. Como alternativa, acudimos a la idea de lo socioeducativo como noción que describe un campo de intersección, un territorio simbólico híbrido donde se conjugan prácticas educativas centradas en relaciones mediadas por contenidos culturales, con prácticas sociales de promoción social, donde se garantizan derechos, incluso de asistencia, de acceso a bienes y servicios necesarios para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Lo definimos como una configuración heterogénea donde se promueve un proceso de trasmisión y mediación con la cultura, mientras se ofrecen soportes para mejorar las condiciones de ejercicio de derechos. Las políticas públicas son el conjunto de acciones impulsadas por organismos de gobierno que implican la movilización de instituciones y agentes para producir efectos de cambio en la consecución de objetivos de mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Para finalizar, presentamos algunas ideas organizadoras de una política pública del campo socioeducativo: 1. Interdependencia 2. Acompañamiento socioeducativo 3. El sujeto de la educación en las propuestas socioeducativas 4. Contenidos básicos comunes 5. Trayectorias sólidas y flexibles 6. Profesionalización de la función educativa.
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