Son las voces anónimas de la publicidad. Cantan un mensaje más o menos acertado con profesionalidad y eficacia. Son muchas, pero muy pocas pueden vivir sólo de eso. Empezaron en su mayor parte por casualidad, y sin saber cómo, se vieron en el estudio, con los auriculares puestos, tratando de lograr eso tan difícil que es hacer un buen jüngle, un éxito comercial en veinte segundos. Les gusta su trabajo, pero les parece miserablemente pagado. David Torrejón ha hablado con algunas de ellas.
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