Cuando le llegue al trabajador el momento de pensionarse (a los 60 años por cesantía o a los 65 por vejez) las afores le ofrecen dos alternativas. La primera consiste en la compra de un seguro de sobrevivencia a una empresa especializada que estima su esperanza de vida y, en función de ella, programe para él partidas mensuales. Esta opción tiene el inconveniente de que si el pronóstico de vida es amplio recibirá partidas mínimas y, en caso de fallecer antes de los años estimados, los familiares cercanos no tendrán ningún derecho a esos ahorros. En el caso contrario, si el trabajador vive más de lo proyectado, la aseguradora estará obligada a cubrir la mensualidad convenida hasta que se produzca el deceso.
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