Madrid, España
Que somos seres sociales, es algo bien aceptado. Que cuando se rompen esos lazos se producen fracturas sociales y psicológicas es algo comprobado, como se ha experimentado en países considerados paradigmas en la calidad de vida como Suecia donde el individualismo exacerbado provoca una elevada tasa de suicidios. En la era Internet, la tecnología se presenta como una solución para acabar con la soledad. Internet aparece como el aliado perfecto cuando por razones de distancia física, timidez o falta de tiempo, las personas no tienen oportunidad de relacionarse. Ahí radica el éxito de portales como Meetic, por poner un ejemplo entre otros muchos. Sin embargo, la comunicación interpersonal a través de la red favorece distorsiones notables en los comportamientos. La conexión en el plano digital permite disfrutar de algunas de las ventajas que proporciona el anonimato. Se puede fingir o maquillar datos personales o de estilos de vida imposibles de ocultar en el mundo físico real. Pero, aún más interesante y digno de estudio es la falta de compromiso y el desdén en el modo de abordar las relaciones surgidas en el mundo virtual. De tal modo que las normas sociales que rigen en los encuentros surgidos en el ámbito laboral, de vecindario o de pertenencia a un club deportivo, desaparecen o son obviadas cuando el encuentro sucede en la red. La mampara del anonimato permite disturbaciones a la hora de elegir amigo, pareja sentimental o compañero de ski. El objetivo del presente trabajo es averiguar las causas que originan estos cambios de comportamiento tomando como hipótesis el espejismo del anonimato. La Neurocomunicación y la Teoría de los Juegos se convierten en referentes obligados para comprender este sorprendente cambio en la forma de comportarse a la hora de establecer una relación on/off line. Para este estudio se ha tomado como referencia Meetic, el popular portal especializado en contactos estrictamente personales. Para ello se han examinado doscientos casos como base experimental para concluir que la toma de decisiones sobre cuál es el candidato/a adecuado se dilata sin fin por el mismo principio que rige en el plano económico por el cual, cuando la oferta tiende al infinito, las decisiones se aplazan, incluso creando una incapacidad para elegir.
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