Al igual que la popularidad resta intimidad a la vida de las personas, los productos rinden también su tributo a la fama. Y mientras los hombres públicos tratan de pasar desapercibidos a base de cambios de imagen, las marcas, por su parte, encauzan la popularidad hacia la venta, tratando de alejarla de la generalización del producto. Muchas marcas, al igual que los grandes hombres, no lo consiguen. Es el precio de la fama.
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