Quedé sorprendido cuando Michael Dirda, editor de las reseñas de libros del Washington Post Book World, me invitó a realizar la de la nueva traducción de Edith Grossman de Amores que atan en 1998, ya que el periódico tiene una política según la cual los reseñistas no pueden reseñar autores que conocen personalmente. Dirda sabía que, como editor de Dalkey Archive Press, yo había supervisado la publicación de las versiones en inglés de Larva y Poundemonium, que había preparado e indexado antes de dejar Dalkey en 1996. Con todo, es posible que no supiera que tuve el placer de conocer y pasar un rato con Julián en Nueva York en noviembre de 1990. No recuerdo por qué Dirda decidió saltarse las reglas, tal vez porque sabía que yo estaba más familiarizado con el trabajo de Ríos que el resto de gente, pero me alegro de que lo hiciera, ya que me encantó la nueva novela y agradecí la oportunidad de difundir el amor.
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