La educación colombiana, desde diferentes escenarios, ha generado propuestas educativas tales como programas, modelos y política que pretenden tener en cuenta la población y los contextos en donde se desarrollan las estrategias educativas. Para ello, se han implementado distintos proyectos institucionales distritales y nacionales que brindan la posibilidad de acceder a aprendizajes en los diferentes niveles a niños, niñas y jóvenes. Es así como se establecen propuestas en relación con la Educación Básica Primaria, en especial en el contexto rural. (Jiménez y Murillo, 2011).
En el caso de la Educación Rural para Bogotá, se han venido reconociendo unos territorios plurales, conformados por sujetos de distintas comunidades; rurales, urbanas y de borde. Tal es el caso del colegio rural Mochuelo Alto, el cual se encuentra ubicado en la localidad 19 de Ciudad Bolívar, en el Km 24 vía Pasquilla. Su jornada es única para primaria, con preescolar y un curso de aceleración, en donde se cuenta con un total de 350 estudiantes y 17 docentes que acompañan los procesos de formación, es allí donde las maestras e investigadoras quienes escriben este texto consideran necesario que al interior de las instituciones educativas se desarrolle un ejercicio pedagógico con el fin de hacer del individuo un sujeto activo y participante en sus procesos cognitivos y emocionales, así como de los procesos que se desarrollan en su contexto. Por esto, para las maestras de este proyecto de aula ha sido importante reconocer en los estudiantes su realidad particular y comprender que sus representaciones del mundo están mediadas por las experiencias en unos contextos específicos.
Reconocer el Territorio nos permite identificar las comprensiones del contexto que tienen los niños que participan en él; establecer o fortalecer los vínculos con el entorno y generar empatías ligadas al desarrollo de la identidad, que favorecen el cuidado de los espacios, pero sobre todo el cambio de actitudes en relación con lo vivo y con lo no vivo.
Por lo anterior, desde la escuela y en especial desde la escuela rural lograr este reconocimiento del territorio se convierte en una forma de orientar los procesos de enseñanza, teniendo en cuenta los intereses de los estudiantes, profesores y comunidad en general; así como las necesidades próximas a su entorno. En consecuencia, la investigación al interior del aula permite la reflexión y el planteamiento de estrategias que puedan contribuir a los procesos relacionados con el reconocimiento de las relaciones biológicas, geográficas y sociales entre diversas comunidades, con el fin de que las prácticas pedagógicas permitan compartir los saberes, las experiencias y los aprendizajes que aportan a la reconfiguración de la cotidianidad. Con esto, se establecen redes de conocimiento y se retroalimentan las diferentes experiencias en torno a lo vivo y lo no vivo desde sus implicaciones didácticas (Cuellar y Arenas, M. L., 1998). Además, se indaga el vínculo entre el contexto rural (ubicación de la institución educativa) y los contextos urbanos y los de borde, contextos de donde provienen quienes integran la comunidad educativa.
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