Se suele equiparar el incremento de la población latina o hispana en los Estados Unidos con el de la expansión de la lengua española en ese país. Y es que el vigoroso incremento de este grupo poblacional, el cual ascendió al 18.5% de la población en 2020, se presenta como un hecho irrefutable de que el español ocupará cada vez más espacios hasta empatar su presencia con la del inglés en la sociedad norteamericana. Aunque intereses económicos, políticos o sociales soslayen el contexto lingüístico del español como lengua minoritaria y en situación de contacto de lenguas, se asume que estas comunidades conservarán y transferirán el español a las próximas generaciones, a pesar de que existe evidencia histórica del desplazamiento hacia el inglés de las comunidades inmigrantes establecidas en los Estados Unidos. Según los estudios de Fishman (2001), en no más de tres generaciones las comunidades inmigrantes pierden sus lenguas de origen y se vuelven monolingües en inglés. Es decir, autoidentificarse como latino o hispano no es sinónimo de hablar español. Por ello, este estudio explora las siguientes preguntas de investigación: ¿difieren los hablantes de herencia en la frecuencia y el uso de español entre diferentes generaciones? Y ¿los hablantes de herencia nacidos o que emigraron a los Estados Unidos antes de los cinco años difieren en sus actitudes hacia el español en comparación con aquellos que emigraron después de los cinco años?
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