Desde hace un par de décadas, gran parte del negocio de la moda está basado en el lanzamiento al mercado de colecciones de prendas diseñadas y fabricadas en tiempo récord. Pero la denominada fast fashion, que supuso toda una revolución en el sector de la indumentaria, convirtiendo los textiles en productos perecederos y desechables, empieza a tener cada vez más detractores. En un momento en el que muchos consumidores se preocupan por las cuestiones medioambientales y prefieren los productos sostenibles, ya hay empresas que trabajan para reducir la velocidad de la moda y crear nuevos modelos de negocio basados en la reventa, el alquiler o la reparación de sus productos.
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