El profesor Jáuregui, que tan magistralmente nos descubrió el comportamiento de nuestro cerebro como un entramado de emociones, no nos dijo nada de la razón de las modas, o mejor de su sinrazón, ese fenómeno por el cual nos volvemos un poco borregos, y solo después de que hayan cesado somos capaces de descubrir la fealdad o estupidez de algunas de ellas. Y si ese fenómeno es poco explicable, mucho menos lo es la generalización de lo detestable, sentimiento existente actualmente respecto a la vida del campo.
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