El estancamiento -y posterior caída emocional- del sector bancario se lleva arrastrando desde incluso antes del estallido de la pandemia, a su vez, a lo largo del último año, se muestra un empate técnico entre las emociones positivas y negativas generadas por el sector, pero con una clara tendencia a la baja de las positivas y al alza de las negativas. La frustración y la irritación son las sensaciones predominantes
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