El siglo XXI es calificado como el siglo de la civilización urbana; según las proyecciones de las Naciones Unidas (2019) en el año 2080 más de la 80% de la población mundial vivirá en espacios urbanos. Dicho de otro modo, más del tres cuartas partes de los seres humanos vivirán concentrados en el 10% del territorio del planeta. Son grandes urbes, regiones metropolitanas, megalópolis, ciudades difusas, genéricas. Todos estos calificativos (Sudjic, 2016) nos alejan del modelo urbano de las ciudades europeas, aquellas en las que existía un dentro y un a fuera (Augé 2001) que conformaban una biografía personal y comunitaria desde las experiencias vividas en ella Sennett (2016)-. El papa Francisco conoce bien este tipo de grandes ciudades; su experiencia como arzobispo de una de las grandes metrópolis latinoamericana, su activa participación en las Conferencias del Obispado Latinoamericano de Puebla y Aparecida y, desde el año 2013, como pastor de la Iglesia universal. El objetivo de esta comunicación es realizar una aproximación del pensamiento del papa Francisco sobre los «descartados urbanos» en aquellas ciudades que optan por ser calificadas como “smart city”. La literatura académica no tiene una definición aceptada sobre lo que es una ciudad inteligente, nosotros siguiendo la tradición marxista del pensamiento urbano (Harvey, 2017; Subirats, 2018; Castells, 2018) consideramos la smart city como aquella que basa su crecimiento económico en el paradigma informacional. Dicho de otro modo, consideramos la smart city como la contribución urbana a la crisis económica generada desde 2007 (Florida, 2009), debemos recordar que la OCDE en sus proyecciones del período 2020-2025 consideraba que las smart city generaría un volumen de negocio próximo a los 400.000 millones de dólares. Las cuestiones que sometemos a la reflexión son: ¿serán las smart city, una respuesta adecuada frente a una cultura, como señala el Papa, del descarte? Debemos explicar el tiempo verbal, consideramos que se ha avanzado mucho en infraestructuras smart, integración de sistemas y diálogo entre máquinas y personas, pero aún no lo ha hecho en términos de transformación de la vida de los ciudadanos como condición de posibilidad de experiencias de ciudad (Mongin,2006; Koolhaas, 2014; Stavrides, 2016) El método que utilizamos es la correlación, no la causalidad, entre las soluciones urbanas propuesta por las ciudades inteligentes y los procesos señalados por Francisco que generan el abandono y la exclusión. El primero es la resolución tecnológica y el proceso de creación de una nueva antropología urbana (Morozov, 2015; Zuboff, 2020); en segundo lugar, la resolución productiva y el proceso de globalización de la indiferencia en la sociedad informacional (Andrés y Domenech, 2021; Flechoso, 2020): por último, la resolución espacial y el proceso de pérdida del sentido de pueblo, pertenencia, identidad y vínculos comunitarios (Galli, 2014; Card. Martínez Sistach, 2015, 2020). El cambio de época tantas veces reiterado por el papa Francisco, hace necesaria una nueva economía. Esta comunicación aproxima las smart city en clave de horizontes éticos de una economía urbana, que tiene tanto en aquellos que parten de un pensamiento liberal, como aquellos otros que parten de la tradición marxista un nexo común: el “derecho a la ciudad” y que desde el magisterio social de la Iglesia católica nos sitúa en una economía con rostro humano.
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