El siglo XXI es calificado por muchos analistas como el siglo de las ciudades. Según las Naciones Unidas, En 1985, el 25% de la población mundial vivía en ellas; en 2007 alcanzamos el 50% de la población; las proyecciones para el año 2050 alcanzará el 75% de las personas y para el 2080 se espera que lo hagan más del 85%. Lo urbano generalizado es uno de los grandes protagonistas de la crisis medioambiental y energética actuales; una sociedad que tiene una responsabilidad por las generaciones futuras cuestiona los modelos económicos y de vida actuales. Las ciudades requieren un nuevo modelo de desarrollo y es el concepto «smart» el que se considerado como el más adecuado para dar respuesta a los problemas ecológicos, calidad de vida, crecimiento económico y nueva gobernanza (Concilio et al., 2016; Rochet, 2018; Compte, 2020). La denominada «economía circular» es uno de los grandes objetivos estratégicos de la Unión Europea para los próximos años, un tipo de economía que requiere un esfuerzo “inteligente” por un nuevo modo de vida en las ciudades. Desde la perspectiva urbana, la industria textil, la transformación de la moda es uno de los retos más importantes para el logro de esa circularidad. Según la Fundación Ellen MacArthur (2019), en su análisis sobre la fast fashion y el hiperconsumo de ropa. solo se recupera el 10% de todo lo que se consume, de ese porcentaje el 60% es destinado a la reutilización, el 30 % es destinado al reciclaje y el resto se destina a la valorización energética. El objetivo, por tanto, es cómo disminuir el 90% que va vertedero (ASIRTEX, 2016, 2019; Koopera, 2019). En esta comunicación abrimos un debate sobre los atributos de las smart city para lograr una economía circular en la cadena de valor de la moda. Planteamos las siguientes cuestiones: ¿Los fabricantes transformarán su modelo de negocio para diseñar productos que aumenten su vida útil o, por el contrario, sólo será una estrategia de marketing? (CONAMA, 2020) ¿Aumentarán las nuevas formas colaborativas en el consumo de ropa bajo el modelo C2C, o sólo será un consumo testimonial? (Cortina, 2003; Bauman, 2004; Lipovetsky, 2014) ¿Los ciudadanos optarán por un modelo sostenible reduciendo su consumo? (Rifkin, 2016) ¿La gobernanza urbana smart será una herramienta adecuada para garantizar la circularidad textil o sólo será información sin aplicación transformadora? (Morozov, 2015; Zuboff, 2020) Los interrogantes planteados no sólo tienen una perspectiva académica, sino que forman parte de la transformación de la industria textil desde la perspectiva del reciclaje de la ropa usada. Recientemente el gobierno de España ha publicado el PERTE (2022) del sector de la moda vinculado a los fondos Next Generation de la Unión Europea. El marco regulatorio obligará necesariamente a replantear no sólo el modelo productivo y comercial, sino también a la responsabilidad social corporativa de las empresas, las estrategias de comunicación y la gobernanza urbana smart. Algunos aspectos para la reflexión son: La responsabilidad ampliada del productor y el desafío de creación de un SCRAP con un residuo que en este momento no tiene valor económico; la igualdad de oportunidad de mercado en la contratación pública de los servicios de recogida urbana que provoca una tensión entre el mundo empresarial y las entidades sociales; las dificultades tecnológicas en los métodos de separación de las fibras que hacen en gran medida imposible su reciclaje, y por último, los incentivos a un consumo responsable. La smart city y la economía circular enfrentan a los actores de la moda (empresas, ciudadanos, organizaciones sociales, urbes) a un proceso disruptivo con nuevas oportunidades, pero también con graves riesgos de puesta al día de un sector (en el caso español) muy atomizado, Además, este proceso tendrá un impacto en el comercio internacional con países emergentes y cuestionará la responsabilidad cívica sobre nuestro legado a las generaciones futuras.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados