Madrid, España
El concepto de prosumidor se proyecta en la sociedad postdigital como EAV (explotado, acosado y víctima del mercado), CD (construido digitalmente), MM (Muerto digital y analógico), I-I (interactuante e interactuado) y, como alternativa a todos ellos, el emirec (emisor y receptor). En medio de este entramado comunicativo de producción de prosumidores y emirecs han surgido los influencers, personas que tienen un fiel número de followers en sus redes sociales y que influyen, con su marketing específico, en la vida de las gentes. Esta posición en redes sociales por parte de estas personas hace que, según su impacto, se clasifiquen en micro, nano, macro, fama y mega influencers.
Nuestra alternativa a este “producto de mercado” es el modelo del influencer de aprendizaje, que quiere representar a aquellos agentes educativos y sociales que, desde su ámbito profesional como es el patrimonio histórico-artístico, apuestan por la cultura de la participación, aunando en sus prácticas educativas, comunicativas y sociales el rol influencer de aprendizaje basado en diez puntos fundamentales: propósito, singularidad, curiosidad, estrategia, creatividad, pasión, servicio, equilibrio de fondo y forma, colaboración en equipo, sencillez, humildad y sentido del humor. Un rol que se debe convertir en referencia para aquellas personas que trabajan en el ámbito del patrimonio histórico-artístico desde diferentes ámbitos institucionales y religiosos.
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