Para una generación como la nuestra, que siente más plenamente que las precedentes la separación que existe entre los estudios científicos y los humanísticos, es interesante considerar la manera en que los primeros historiadores “modernos” han tratado la “revolución científica” al estudiar la historia de la ciencia. Los escritores de “historia filosófica”, desde Francis Bacon a Voltaire, como contemporáneos o casi contemporáneos de lo que relataban, se esfuerzan por presentar a su lector —hombre culto— la revolución científica como un movimiento ideológico, como un cambio de métodos y actitudes: querían mostrar cómo la ciencia había surgido dentro del desarrollo de la civilización.
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