El amor rompe con las cosas comunes, con la vaga erudición, con el sabor del sueño y destina al resto del mundo a la insignificancia. No hay amor natural. Lo hay porque se habla, porque hablar es demandar.
El acontecimiento del amor, parafraseando a Badiou, jamás dejará de buscarse y, en el mejor de los casos, producirse.
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