El 52,06 por 100 de los electores que ejercieron el derecho al voto, en las elecciones presidenciales celebradas en Francia el pasado día 10, votó socialista. Se ponía fin a siete años de poder giscardiano, a veintitrés de gobierno conservador y a una hasta ahora clara inclinación del electorado occidental hacia posiciones derechistas, caso de Inglaterra, Portugal y Estados Unidos. Con la elección de Mitterrand, Francia ha votado el cambio. Y los primeros cambios van a producirse en el orden económico. Las reacciones no se han hecho esperar
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