A partir de procesos investigativos, el discurso político de los sistemas educativos cada día se acerca más a las narrativas consideradas políticamente correctas para el acercamiento a la educación inclusiva. Pero, si bien es cierto que el discurso ha cambiado de manera significativa y que ha generado algunos cambios, la realidad es que la mayoría de las aulas presenta rasgos evidentes de la pedagogía tradicional, lo cual, amerita concretar la educación inclusiva, propiciando el respeto y la comprensión de todos, pero especialmente de aquellos que han sido portadores de la etiqueta de discapacidad. Para ello se requiere de los docentes, quienes deben convertirse en un agente social de cambio a través del rol de investigador, sumergiéndose en su realidad educativa, investigando sobre su propia práctica, sistematizando y divulgando a la comunidad científica su quehacer, para propiciar procesos reflexivos que contribuyan a la generación de procesos transformacionales realmente sensibles cónsonos con las demandas de la educación del siglo XXI.
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