Este trabajo se adentra en un mundo desconocido: el de la creatividad femenina en la Catedral de Sevilla, la cual se centró en el arte del bordado, ya que en el resto se les tenía vetada su participación. Y si bien este arte también era ejercido por hombres, fue uno de los más flexibles en permitir la participación de las mujeres, al ser considerado apto para su género, aunque bajo la autoridad masculina. Es necesario valorar a estas creadoras no sólo porque desarrollaron sus carreras en un ámbito masculinizado, sino, sobre todo, por su calidad artística.
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