Los conocimientos adquiridos en la universidad han mostrado no ser suficientes para conformar un pensamiento práctico en el profesorado dentro del aula. Este libro reflexiona sobre la importancia de incorporar en la actividad educativa una serie de respuestas basadas en la reconstrucción del pensamiento pedagógico práctico. Para ello, propone utilizar la formación como proceso de investigación sobre su propia práctica y como concreción de la cooperación docente.
El texto insiste en que la tarea del profesorado es un oficio técnico que integra un valor ético como componente esencial. Comporta facilitar aprendizajes disciplinares e integrar aspectos de carácter ético adecuados a la realidad sociocultural. Las tareas educativas sólo se pueden abordar en y desde la colaboración entre profesionales que permita construir un proyecto educativo que no se limite al centro escolar, sino que alcance a la zona, barrio o ciudad e incorpore otros profesionales, otros espacios y agentes no escolares pero igualmente educativos.
El libro intenta responder al sentido que tiene la existencia de otros profesionales de la educación en los centros, aborda cuáles deben ser sus niveles de especialización y de formación y señala las necesidades que éstos deben satisfacer en los procesos educativos y de apoyo al profesorado, alumnado y familias. También aborda las características que deben tener los órganos de participación y gestión democrática del profesorado.
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