Estudiar el virreinato novohispano implica diversos retos que debemos asumir, uno causado por la vasta extensión de territorio abarcado, que nos ha casi obligado a dividirlo por regiones; las mismas que responden al propio fraccionamiento, que se implementó para facilitar su administración política, social y religiosa. Fueron las autoridades en turno quienes establecieron reinos, audiencias, provincias y obispados para el mejor desempeño de sus funciones y el control de la población. Dentro de ellas existía una ciudad, una villa o un templo que era la cabecera, siendo la de México capital y eje de todo lo que en la Nueva España sucedía, o al menos es lo que se esperaba.
págs. 13-28
Reconstrucción del antiguo templo jesuita de Tamazula (1777-1813): Reflejos de poder y consolidación diocesana
págs. 29-64
Descomponer a un santo para componer a otro: la querella entre dominicos y franciscanos por las alhajas de las misiones jesuitas en la Antigua California
págs. 65-86
págs. 87-120
Circulación y usos de la imagen impresa en Nueva España.: Los grabados de Luca Ciamberlano sobre san Felipe Neri
págs. 121-162
Enseñar, mover y deleitar: Baltasar Echave Rioja y la constelacióndel predicador visual novohispano
págs. 163-184
págs. 185-222
págs. 223-258
págs. 259-294
Nada hay en este escrito que no esté bien pensado: erudición, memoria y orgullo dominico en la obra “Octava Maravilla del Nuevo Mundo”
págs. 295-318
El retablo de santa Gertrudis la Magna en Teotongo: iconografía y posibles nexos con otras obras de la Mixteca Alta de Oaxaca
págs. 319-354
“Setecientos libros de oro en el altar mayor": el retablo dieciochescode la iglesia de San Miguel Arcángel de Maxcanú, Yucatán
págs. 355-392
El antiguo tesoro y el ciprés de la catedral de Mérida, Yucatán.: Una aproximación a partir de las fuentes de archivo
págs. 393-412
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