La presunción de que griegos y romanos no practicaron la polifonía no se basa tampoco en ninguna fuente real de aquellos tiempos, del mismo modo como se afirma que en ninguna de las fuentes conservadas se dice lo contrario. Esta segunda observación de Girolamo Mei sigue vigente a fecha de hoy: no aparece mención de este hecho ni en las paganas ni tampoco en las cristianas. Tras este suceso, tenemos un vacío histórico de casi siete siglos ― que no afecta solo a las fuentes musicales, pero sí en mayor medida que a otras ― relativo a dispositivos e instrumentos que existieron y tuvieron una amplia difusión: algunos reaparecen con un diseño similar (gaitas, laúdes), mientras que otros aparentemente no sobrevivieron (aulós doble). En ámbitos musicológicos, la práctica de la polifonía se presenta como un producto tardío que es consecuencia de una evolución paulatina y lineal (tanto cognitiva como socialmente) del pensamiento musical, afirmando su supuesta aparición en la historia durante la Edad Media en Occidente. Según esta opinión, antes de este momento, los humanos no practicaron la polifonía, y por lo tanto griegos y romanos tampoco. Pero, como ya hemos precisado al comienzo, ninguna fuente conservada menciona tampoco nada al respecto. Estos argumentos de corte histórico y psicológico constituyen todavía hoy el cuerpo argumental básico de nuestra visión de la música de estos pueblos, aun cuando presentan muchos problemas e incoherencias enfrentados con la evidencia procedente de otras disciplinas: la arqueología, por ejemplo, ha ido recuperando mosaicos y piezas que confirman la presencia de instrumentos polifónicos (o multifónicos) durante muchos siglos. Igualmente tenemos hoy constancia de la existencia de cientos (¿miles?) de festivales, concursos, conciertos, y todo tipo de actividades de conjunto durante el mismo período. Las referencias a numerosos coros amateurs y profesionales, junto con la vasta difusión que tuvieron teatros y odeones (salas de concierto techadas), y también los festivales y espectáculos dramático-musicales, constituyen de por sí evidencia indirecta de la relevancia que alcanzaron los conjuntos instrumentales y la música coral para griegos y romanos. Estos dos grandes bloques ― música coral y espectáculos, por un lado, y amplia difusión de instrumentos capaces de producir sonidos simultáneos diferentes por otro ― son el cuerpo central de nuestra argumentación: en la Tesis se documentan alrededor de 240 fuentes (tanto literarias como iconográficas) acerca de estos objetos, junto a varios cientos de alusiones o citas (inscripciones, obras escritas, etc.) a las prácticas corales paganas. En total, unas 500 fuentes, la mitad de ellas directas (las que afectan a los instrumentos), y el resto indirectas ― las que afectan a los coros por cuanto se va a discutir aquí: la Tesis asume que la presencia organizada de muchas voces y de forma reiterada y socialmente aceptada implica la pluralidad de sonidos (sin excluir, por supuesto, el canto coral monofónico), y que su negación no puede basarse en la incapacidad estética (cognitiva) de estos pueblos. La presencia del fenómeno polifónico en las tradiciones no occidentales está acreditada a través de culturas diferentes en el tiempo y en el espacio: los cantos diatónicos del Pacífico ya sorprendieron a los primeros europeos que llegaron allí en el siglo XVIII. El canto epirote en los Balcanes, o el canto georgiano en el Cáucaso, amén de otras muchas tradiciones del folklore europeo con escalas e intervalos característicos, así como los cantos polifónicos de los pigmeos Aka y otras etnias africanas actuales, hablan de un pasado poli- o multi-vocal, independientemente de la evolución histórica de la música culta en Occidente durante los últimos 1.200 años. La Tesis no discute nada acerca de la evolución de la música occidental desde Hucbaldo en adelante, sino tan solo aquellas afirmaciones que unos y otros hicieron sobre la que practicaron pueblos gloriosos muchos siglos atrás. Por un lado, tenemos el vacío histórico absoluto en cuanto a fuentes musicales (de cualquier tipo) no eclesiásticas, y por otro unas pocas obras cristianas de los siglos V-VI y unas pocas obras tardías cercanas al milenio, que por lo demás no aportan ninguna información práctica, técnica, o relacionada de algún modo concreto con la actividad cotidiana de los músicos en ámbitos profanos.
El Mundo Clásico fue un mundo musical milenario que nos legó un arte y una ciencia que no fueron superados hasta 1.000 años después de su desaparición, y que aún hoy presta soporte a nuestras propias disciplinas académicas, tanto artísticas como científicas. Mientras que, basándonos mayormente en las opiniones que expondremos en la Primera Parte, hemos relegado a nuestros ancestros a un arte musical simple y carente de toda complejidad, basado en una presunta monofonía con base en razones no aclaradas, que no se compadece en absoluto con el resto de sus producciones artísticas. Somos en efecto también hijos de Grecia, por las mismas razones que ellos expusieron: no por el lugar en donde nacemos, sino por el modo en el que preguntamos al mundo buscando causas naturales detrás de los fenómenos naturales. La observación de nuestro pasado musical griego y romano debe sustentarse en datos objetivos, y no en creencias renacentistas, medievales, o contemporáneas, tanto da, acerca de los presuntos poderes de una música largo tiempo perdida que nunca podremos recuperar. La Tesis no entra en consideración alguna relativa a modos, escalas, sistemas, intervalos, y otros conceptos teóricos y técnicos, por cuanto que son probablemente irrelevantes frente a la sencilla cuestión de si los humanos pueden cantar varios a la vez, y sobre todo desde cuándo, un hecho obvio para cualquiera de nosotros en todo tiempo y lugar, más allá de restricciones culturales o religiosas, que se intentará presentar en primer plano en las páginas que siguen.
La presunció de que grecs i romans no practicaren la polifonia no es basa en cap font real d’aquells temps, de la mateixa manera com s’afirma que en cap de les fonts conservades es diu el contrari. Aquesta segona observació de Girolamo Mei segueix vigent a data d’avuí: a les fonts contemporànies conservades no es troba menció d’aquest fet, com tampoc a les cristianes també contemporànies i posteriors a la caiguda del món pagà. Després d’aquest esdeveniment, tenim un buit històric ― que no afecta únicament a les fonts musicals, però sí més que a la resta ― de quasi set segles, afectant a dispositius e instruments que existiren i varen tindre una ampla difusió: alguns reapareixen amb un disseny similar (gaites, llaüts), mentre que altres en aparença no han sobreviscut (aulós doble). En ámbits musicològics, la pràctica de la polifonia es presenta com un producte tardà consequüència d’una evolució paulatina i lineal (tant cognitiva com socialment) del pensament musical, afirmant la seua presunta aparició en la història durant l’Edat Mitjana a Occident. Segons aquesta opinió, abans d’aquestes dates els humans no practicaren la polifonia, i per tant tampoc els grecs i romans. Però, como ja hem precisat al principi, cap font conservada esmenta tampoc res al respecte. Aquestos arguments de tipus històric i psicològic conformen encara huí el cos argumental bàsic de la nostra visió al voltant de la música d’aquests pobles, encara que presenten molts problemes e incoherències quand s’enfronten amb l’evidència provinent d’altres disciplines: l’arqueologia, per exemple, ha retrobat mosaics i peces que confirmen la presència d’instruments polifònics (o multifònics) durant molts segles. Tanmateix, huí tenim també constància de l’existència de centenars (milers?) de festivals, concursos, concerts, i tot tipus d’activitats d’ensembles durant el mateix període. Les referències a nombrosos cors amateurs i professionals, junt amb la vasta difusió que tingueren teatres i odeons (sales de concert amb sostre), i també els festivals i espectacles dramàtics-musicals, constituïxen per elles mateixes evidència indirecta de la importància que arribaren a tindre els conjunts instrumentals i la música coral per als grecs i romans. Aquestos dos grans blocs ― música coral i espectacles por una banda, i vasta difusió d’instruments capaços de produir sons simultanis per una altra ― són el cos central de la nostra argumentació: a esta tesi es documenten al voltant de 240 fonts (tant literàries com iconogràfiques) sobre aquestos dispositius, junt amb diversos centenars d’al.lusions o citacions (inscripcions, obres escrites, etc.) a práctiques corals paganes. En total, unes 500 fonts, la meitat d’elles directes (les que afecten als instruments), i la resta indirectes (les que afecten als cors per tot el que va a discutir-se). La tesi assumeix que la presència organitzada de moltes veus, de forma reiterada i socialment aceptada, implica la pluralitat de sons (sense excloure, és clar, el cant coral monofònic), i que la seua negació no pot estar basada en la incapacitat estètica (cognitiva) d’aquestos pobles. La presència del fenòmen polifònic a les tradicions no occidentals está acreditada a través de cultures diferents en l’espai i en el temps: els cants diatònics del Pacífic ja van sorprendre als primers europeus que aplegaren allí al segle XVIII. El cant epirote als Balcans, o el cant georgià al Caucas, a més de moltes altres tradicions del folklore europeu amb escales e intervals característics, així com els cants polifònics dels pigmeus Aka i d’altres ètnies africanes actuals, parlen d’un passat poli- o multivocal, independentement de l’evolució històrica de la música culta en Occident durant els últims 1.200 anys. La Tesi no discuteix res sobre l’evolució de la música occidental des de Hucbald en davant, sinó tan sols aquelles afirmacions que uns i altres varen fer sobre la de pobles gloriosos molts segles arrere. Per una banda tenim el buit històric pel que fa a les fonts musicals (de qualsevol tipus) no eclesiàstiques, i per una altra unes poques obres cristianes dels segles V-VI i unes poques obres tardanes a prop del mil.leni, les quals, a més a més, no aporten tampoc cap informació pràctica, tècnica, o relacionada d’alguna manera concreta amb l’activitat musical quotidiana a àmbits profans.
El Mon Clàssic va ser un món musical milenari en una gran mesura, que ens deixà en herència un art i una ciència no superats fins 1.000 anys després de la seua desaparició, i que encara hui dóna support a les nostres pròpies disciplines acadèmiques, tant artístiques com científiques. Mentre que, basant-nos majorment en les opinions que exposarem en primer lloc, hem relegat als nostres ancestres a un art musical simple i mancant de tota mena de complexitat, basat en una presumpta monofonia fonamentada amb raons no aclarides, que no té en absolut cap relació amb la resta de les seues produccions artístiques. Sóm en efecte també fills de Grècia, per les mateixes raons que ells aportaren: no pel lloc on varem néixer, sinó per la manera que fem preguntes al món buscant causes naturals darrere els fenòmens naturals. L’observació del nostre passat musical grec i romà ha de sostindre’s en dades objectives, i no en creences renaixentistes, medievals, o contemporànies, tant dóna, al voltant dels presumptes poders d’una música llarg temps perduda, la qual mai mes podrem recuperar. La Tesi no entra en consideració alguna relativa a modes, escales, sistemes, intervals, y altres conceptes teòrics i tècnics, por cuant que són probablement irrellevants front a la senzilla qüestió de si els humans poden cantar varios al mateix temps, i sobre tot desde quan, un fet que resulta obvi per a qualsevol de nosaltres en tot temps i lloc, més enllà de restriccions culturals o religioses, i al qual s’intentarà presentar en primer pla en las pàgines següents.
No source explicitly supports the assumption that Greeks and Romans did not practice polyphony, nor does any surviving source point to the contrary. The second remark of Girolamo Mei remains in force nowadays: in contemporary pagan sources this fact isn’t mentioned, nor is it in Christian contemporary or later sources after the fall of the pagan world. After this event, we find a historical gap for almost seven centuries (which not only affects music sources but to a greater extent) regarding the existence and dissemination of devices and instruments. Some of them reappeared with a similar design (bagpipes, lutes), while others apparently had not survived (double aulos). In musicology, the practice of polyphony is presented as a late product resulting from a progressive and linear evolution of musical thinking (cognitive and social), claiming its alleged appearance in the history during Middle Ages in the West. According to this view, before this time humans did not practice polyphony, implying that Greeks and Romans didn’t either. But, as we firstly mentioned, no surviving source makes any reference to this fact. This kind of historical and psychological arguments remain the basis of our vision of the music from these cultures, despite the problems and inconsistencies when confronted with findings from other fields. Archeology, for example, has been recovering mosaics and other pieces that confirm the presence of polyphonic (or multiphonic) instruments for many centuries. We are also aware of the existence of hundreds, maybe thousands, of festivals, competitions, concerts, and all sorts of group musical activities during the same period. References to many amateur and professional choirs, together with a wide dissemination of theaters and odeums (roofed concert halls), along with festivals and dramatic-musical shows, are indirect evidence of the importance of instrumental and choral music ensembles for Greeks and Romans. These two major elements ― on the one hand, choral music and shows, on the other a broad dissemination of instruments capable of producing different simultaneous sounds ― are the central body of our argumentation. This Thesis documents about 240 sources (both literary and iconographic) related to these instruments, along with several hundred allusions or quotations (inscriptions, written works, etc.) to pagan choral practices. Altogether close to 500 sources are presented, half of them are direct (those involving the instruments), and the remaining are indirect (those involving the choirs). The Thesis assumes that the organized presence of a large number of voices, repeatedly and socially accepted implies the plurality of sounds (of course, monophonic choral singing not excluded) and also that we cannot base its denial on aesthetic (or cognitive) disability of these peoples. The presence of polyphonic phenomena in non-Western musical traditions is accredited across different cultures through time and geographical space: diatonic choirs of the Pacific already surprised early Europeans when they arrived there in the XVIIIth century. Epirote singing at Balkans, Georgian singing in the Caucasus, along with many other European folklore traditions with characteristic scales and intervals, as well as polyphonic singing of Aka Pygmies and other African ethnic groups, indicate a poly- or multi-vocal past, independent from the Western music historical development during the last 1.200 years. This Thesis does not discuss the evolution of Western music from Hucbaldo onwards, but merely some claims related to the music of glorious peoples many centuries ago. On the one hand, we find a historical vacuum regarding non-church music sources (of any kind), and, on the other, a few Christian works of the Vth and VIth centuries and a few late works near the millennium. Those, however, do not provide any practical nor technical related information to daily musical activities in profane domains.
The Classical World was a very musical one that lasted 1,000 years and handed down to us both arts and sciences that were not surpassed until 1,000 years after its fall. Still today they provide the fundament of our own academic disciplines, both artistic and scientific. However, mainly on the basis of the views which will be discussed in Part One, we have relegated our ancestors to a primitive musical art, devoid of any complexity due to an alleged monophony based on unclarified reasons and which has absolutely no relation to the rest of their artistic productions. We are, in fact, also sons of Greece, for the same reasons they exposed: not due to where we are born, but due to the way we look at the world and search for the causes behind natural phenomena. Inquiry about our Greek and Roman musical past must be based on objective data and not on Renaissance, medieval or contemporary beliefs, apart from the alleged powers of some music lost a long time ago, which we will probably never be able to recover. The Thesis does not consider modes, scales, systems, intervals, and other theoretical and technical concepts because those are likely irrelevant to the simple question of whether several humans can sing at once, and especially since when they do. This seems an obvious fact for any of us in every time and place, beyond cultural or religious constraints, and we will attempt to argue for it in following pages.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados