Los ámbitos de actuación de la postproducción audiovisual abarcan múltiples escenarios de representación. Sin embargo, pocos poseen la intensidad y la extensión en su aplicación del grafismo televisivo. Su adscripción mayoritariamente sintética, su carácter innovador, y la necesidad imperiosa de llamar la atención del telespectador, convierten al grafismo televisivo en una excelente banco de pruebas para la integración de todo tipo de técnicas de postproducción, sólo igualada por el videoclip y el género de la ciencia ficción. En esencia, el grafismo televisivo se articula a través de la combinación de colores, formas, imágenes y tipografías, distribuidas secuencialmente en el tiempo. Será precisamente esta particular conjugación la que justifique la existencia de una amplia variedad de clasificaciones, técnicas, funciones y estilos visuales, de gran parecido formal, pero diferente intención funcional.
El grafismo televisivo se encuentra afectado por una doble variante de representación, concretada en la aplicación de labores mecánicas, pero con intenciones creativas. En otras palabras, es posible identificar ciertos patrones reiterados de elaboración, de aplicación continuada, al tiempo que surgen otros que ofrecen alternativas a la propuesta convencional. Queda justificada así su esporádica intencionalidad artística. Sin embargo, desde un punto de vista metodológico, esta confrontación entre el mantenimiento de un canon de aplicación y la aceptación simultánea de su ruptura se traduce en la imposibilidad de establecer un catálogo estable de supuestos normativos, de cumplimiento ineludible, que justifique un determinado modelo de representación. La evidente libertad creativa sobre la que se sustenta el grafismo televisivo permite el establecimiento de numerosos variables estilísticas, en ocasiones incluso de carácter contrapuesto, pero que caracterizan el modo de hacer de un determinado periodo histórico. Por tanto, la primera labor de nuestro análisis será la disección si un determinado rasgo visual es esencial en una determinada pieza, o si, por el contrario, es un atributo de carácter temporal, integrado dentro de un estilo concreto.
Una vez establecido el contexto comunicativo en el que pretendemos asentar nuestra investigación, creemos imprescindible acotar con mayor precisión los límites del objeto de estudio. Los argumentos y valoraciones realizadas en las páginas siguientes, aunque con intención genérica, se circunscriben espacialmente a la postproducción del grafismo televisivo empleado por los operadores de radiofrecuencia de cobertura estatal en España.
Temporalmente esta tesis se concreta en la producción gráfica televisiva realizada desde el comienzo de la emisiones de los operadores privados de televisión hasta el cese de las emisiones analógicas de radiofrecuencia. Supone, por tanto, un periodo histórico que se extiende desde finales de 1989 a abril del 2010, limitado a las cadenas de televisión de cobertura estatal de emisión analógica: esto es, La 1, La 2, Antena 3, Telecinco, Canal+, Cuatro, y laSexta.
En el desarrollo de esta tesis, creemos esencial anticipar la cobertura de ciertos términos que son utilizados con recurrencia a lo largo de la investigación, y cuyo empleo en ciertos entornos coloquiales puede ofrecer una cierta confusión. Así, los términos de técnica y tecnología son usados habitualmente como sinonimia, y aunque es cierto que poseen un contexto referencial común, aplicados a la postproducción audiovisual presentan importantes particularidades. La técnica designa aquellos procedimientos en base a la obtención de un determinado resultado, y, por tanto, vinculados a un fuerte carácter operativo. Por su parte, la tecnología hace referencia a las herramientas empleadas en este procedimiento, y, por tanto, supone su sustento material. El surgimiento de una nueva tecnología no exige la renovación integral del catálogo de piezas del grafismo televisivo. Se reduce habitualmente al establecimiento de un sistema operacional alternativo, lógicamente con la incorporación de mejoras cuantitativas y cualitativas que han justificado el cambio. Un ejemplo clarificador a este respecto lo encontramos en las incrustaciones de vídeo, denominadas en el argot profesional como keying. Entiéndola como una técnica específica de la postproducción, no está vinculada a ninguna tecnología específica y, de hecho, puede ser aplicada tanto bajo el amparo de la tecnología analógica como la digital, por más que esta última ofrezca resultados de mayor calidad. Aunque las diferentes técnicas de postproducción han experimentado en los últimos tiempos una auténtica revolución en la elaboración de sus procedimientos, la mayor parte datan su origen durante las primeras décadas de representación audiovisual. Las variantes tecnológicas no se reducen a la dualidad entre analógico y digital, por más que sean la opciones más populares, sino que también será preciso hacer referencia a tecnologías ópticas o químicas.
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