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Comportamiento y emociones en la infancia media y tardía. Contexto familiar y social

  • Autores: Anna Domènech
  • Directores de la Tesis: María Vicenta Mestre Escrivá (dir. tes.), Ana María Tur Porcar (codir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat de València ( España ) en 2017
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Remedios González Barrón (presid.), Miguel Ángel Carrasco Ortiz (secret.), Fuensanta Cerezo Ramírez (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: TESEO
  • Resumen
    • RESUMEN Desde los planteamientos de la Psicología Social Cognitiva y de la Psicología Positiva los niños y niñas pueden ser considerados como agentes que procesan información, respetando sus características individuales, cognitivas, personales, emocionales, afectivas o sociales en un proceso de interacción con el entorno (Bandura, 1977a, 1986, 2001). Desde esta perspectiva se pone el acento en la evaluación de las fortalezas, cualidades y capacidades de las personas, con el fin de resaltar la importancia del desarrollo de habilidades y competencias útiles para la vida (Peterson, Park y Castro, 2011). Todo ello, en un entorno adecuado, que proporcione cuidados y seguridad y estimule el desarrollo equilibrado de la persona.

      Esta investigación tiene el objetivo general de analizar los factores de protección y de vulnerabilidad personal, que fomentan o debilitan el desarrollo de conductas adaptadas socialmente, teniendo en cuenta mecanismos personales (inteligencia, conducta prosocial, autoconcepto, estrategias de afrontamiento, agresividad, inestabilidad emocional, ansiedad, depresión e ira); mecanismos del entorno familiar (estilos de crianza y apego a los padres) y mecanismos del entorno social (aceptación y rechazo por los pares). Todos estos factores han constituido las variables a estudiar y se han obtenido a través de pruebas estandarizadas.

      La investigación se centra en la infancia media y tardía. La población participante está compuesta por 1447 niños y niñas de 7 a 12 años de edad (M= 9.27; DT= 1.36). El 50.4% son varones y el 49.6% mujeres. Cursan de tercero a sexto de Educación Primaria. Están escolarizados en 11 Centros Educativos de Educación Primaria, ubicados en la zona metropolitana de Valencia y Castellón (España). De los 11 centros, siete están acogidos al Programa de Compensación Educativa del Gobierno Valenciano, debido a que al menos el 20% de su alumnado se encuentra en situación de riesgo de exclusión social, por pertenecer a minorías étnicas, o por inmigración, en proceso de adaptación social, o por marginación.

      Palabras clave: Crianza, Apego; Conducta prosocial; Autoconcepto; Afrontamiento; Ira; Ansiedad; Inestabilidad emocional; Depresión; Infancia media; infancia tardía.

      La mayoría del alumnado es de familia española (79.5%). El restante 20.5% se distribuye en alumnado procedente de Latinoamérica (12.1 %), Europa del Este (4.1%), Norte de África (1.9%), Sudeste Asiático (0.9%), África Subsaharina (0.8%) y otros países de Europa Occidental (0.6%) La investigación respetó las normas éticas contempladas en el Acta de Helsinki (permiso institucional, consentimiento informado, carácter voluntario, confidencialidad…). Tanto el proceso de evaluación como la recogida de datos se desarrollaron entre octubre de 2012 y febrero de 2013, en los mismos centros educativos.

      En el primer estudio los resultados muestran las relaciones positivas de la conducta prosocial con las variables cognitivas y con la aceptación de los pares. Demuestran, además, el rol mediador de la conducta prosocial en el sendero que va desde la inteligencia, pasando por la conducta prosocial, hacia la aceptación de los pares (en positivo) y hacia el rechazo de los pares (en negativo). Estos resultados corroboran los de la investigación previa al comprobar el valor de la conducta prosocial como una variable facilitadora de una buena relación con los pares y protectora frente a su rechazo (Papalia y Feldman, 2013).

      El segundo estudio comprueba las relaciones de apoyo y comunicación parental con las estrategias de afrontamiento funcionales, en positivo; y con afrontamiento disfuncional, en negativo. Los factores de crianza más negligentes (autonomía extrema de ambos padres) se relacionan positivamente con estrategias de afrontamiento disfuncional y con la inestabilidad emocional. Una crianza no inductiva y más negligente incidirá en el desarrollo de problemas emocionales, como la inestabilidad emocional, potenciando a su vez, estrategias de afrontamiento disfuncionales, asociadas a desajustes emocionales (Mestre, 2014; Wright et al., 2012). A su vez, la aceptación parental potencia las estrategias de afrontamiento funcional, centradas en el problema, e interviene negativamente en el desarrollo de problemas emocionales (inestabilidad emocional). Las estrategias de afrontamiento centradas en el problema facilitan un mejor ajuste emocional (Findlay, Coplan y Bowker, 2009; Seiffge-Krenke et al., 2012).

      El tercer estudio comprueba la importancia de los vínculos establecidos con ambos padres para el desarrollo de la conducta prosocial, las estrategias de afrontamiento, la agresividad y la aceptación/rechazo por los pares, en la infancia media y tardía. El apego del padre y de la madre ha sido una variable predictora de conducta prosocial en la infancia. Otras variables predictoras de conducta prosocial son el afrontamiento funcional y disfuncional, la inestabilidad emocional, la expectativa de rechazo, que tenga el alumno/a, y la agresividad. Estas últimas en negativo.

      Así pues, los vínculos paternos basados en un apego seguro fortalecen conductas prosociales y la competencia social (Abraham y Kerns, 2013; Ferreira et al., 2016; Groh et al., 2014; Rochat, 2004). Sobresale la contribución de la familia y de los vínculos de apego, tanto en el desarrollo de la conducta prosocial, como en el desarrollo de estrategias de afrontamiento y en el bienestar de los menores (Egeland, 2010).

      El cuarto estudio se dirige a analizar las relaciones de la depresión infantil con los vínculos familiares y con las variables personales de agresividad (proactiva y reactiva), ira, inestabilidad emocional y ansiedad. Los resultados han mostrado diferencias en función del sexo. Entre los niños, la depresión se relaciona con la agresividad reactiva y proactiva, la inestabilidad emocional, la ansiedad, y con el control psicológico de ambos padres. Entre las niñas, la depresión infantil se relaciona con las variables familiares de apego y de estilos de crianza; además de las variables emocionales relativas a la ira rasgo y a la ansiedad.

      En todos los colectivos la depresión se relaciona con las variables familiares de apego y de estilos de crianza. Aunque estas relaciones son más fuertes en las chicas de la infancia media (8-9 años). Así pues, la depresión infantil y los estilos de crianza más punitivos están relacionados entre sí (Serrano, del Barrio y Ortiz, 2009). También se establecen relaciones con las variables personales de ira rasgo (exteriorizado e interiorizado) y de ansiedad, en todas las edades.

      En cuanto a las variables predictoras de depresión infantil, la crianza ha mostrado un acentuado peso en la predicción, a través de factores más negativos, como la inseguridad (procedente de ambos padres), la negligencia y la permisividad.

      En síntesis, los resultados de esta investigación corroboran la importancia de la conducta prosocial en el proceso de socialización, como variable faciltadora de relaciones sociales adaptadas. Las buenas relaciones con los pares son elementos de fortalecimiento personal, que facilitan la inserción social (Leganés y Pérez-Aldeguer, 2012; Mesurado et al., 2014). A esto hay que añadir el papel primordial de la crianza en el desarrollo de los hijos e hijas. La crianza basada en apoyo y comunicación y en vínculos de apego facilita comportamientos de fortalecimiento personal, como son la conducta prosocial, la aceptación por los pares y las estrategias de afrontamiento funcionales, centradas en el problema. Mientras que la crianza basada en autonomía extrema potencia conductas inadaptadas, como la agresividad, la inestabilidad emocional, la depresión y las estrategias de afrontamientos disfuncionales, centradas en la emoción.

      Para terminar, se discuten las limitaciones, las implicaciones educativas y futuras líneas de investigación, teniendo en cuenta tanto los resultados de la presente investigación como los programas de intervención a los que se ha tenido acceso.


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