La subcontratación es el modelo de organización dominante en la prestación del servicio de transporte por carretera de productos agroalimentarios. Se trata de un modelo heterogéneo con un origen dispar: algunos cargadores no han dispuesto nunca de flota propia y otros se han desprendido de ella, y se utilizan tanto los contratos formales de largo plazo con un solo transportista como los contratos indefinidos con autónomos en régimen de cuasi exclusividad.
La subcontratación es generalmente superior a la flota propia debido a las restricciones que la regulación (LOTT) impone al transporte propio, al paulatino debilitamiento de la intervención en el mercado del transporte público y a la dificultad de resolver los problemas de agencia en el seno de la empresa alimentaria. El efecto de estos factores se acentúa cuando aumentan el tamaño y la dispersión del mercado de la empresa cargadora, la estacionalidad de su actividad comercial y sus relaciones con la gran distribución.
La existencia de activos temporales y contractuales de distinto nivel de especificidad explica las diferencias de tipos de organización: desde la integración vertical y cuasi integración en lácteos y cárnicas hasta la contratación puntual de servicios para el transporte de bebidas o cereales.
El proceso de desintegración está influido por la magnitud de los costes de salida o cambio de organización, siendo los costes derivados de la reestructuración del factor trabajo -entre los que pueden incluirse los costes de despido - los más determinantes.
A menudo, el contrato que liga a cargadores y transportistas es verbal, aun en presencia de activos específicos, lo que supone que la transacción está sujeta a un riesgo que no está cubierto por una salvaguardia formal.
En estas condiciones la amenaza de conductas oportunistas es creíble y la magnitud potencial de los costes de transacción elevada. Sin embargo, la confianza es el m
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