Actualmente vivimos un momento histórico de profundo cambio en todos los órdenes. Concretamente, en el contexto laboral observamos que factores como la Gran Recesión, la transformación digital, la globalización y la mentalidad de las nuevas generaciones que se incorporan al mundo profesional (milenials) están configurando un nuevo paradigma del trabajo. Así, surge una innovadora cultura laboral que sitúa a las organizaciones ante el reto crucial de su propia definición, teniendo que transformarse adoptando nuevas estructuras y formas organizativas.
En este marco, el concepto de fuerza laboral integra una variedad de perfiles profesionales, generaciones y formas de colaboración que se pueden dar en las organizaciones. Ya no solo hablamos de empleados o colaboradores internos, puesto que la economía digital permite que surjan nuevos modelos colaborativos para desarrollar el trabajo. Las organizaciones gestionan ahora un ecosistema de talento en el que la horizontalidad y la colaboración ganan peso frente a estructuras jerárquicas y verticales.
Este cambio de época también tiene una repercusión directa en el ámbito de la comunicación. Los mismos factores impulsores del nuevo paradigma laboral y organizacional han facilitado la evolución del modelo de comunicación de masas a la sociedad de la conversación. Las nuevas tecnologías democratizan las oportunidades de comunicación entre personas (ciudadanas, profesionales y consumidoras a la vez) y organizaciones en torno a una gran conversación en la que, además, desaparecen los límites espaciotemporales. Ante esta realidad, las organizaciones son conscientes de la importancia creciente que adquiere la dimensión estratégica de su comunicación corporativa para poder participar de esta conversación. Este hecho genera una revalorización cualitativa y cuantitativa de la profesión de los comunicadores y, concretamente, en la presencia del Dircom en la estructura formal organizativa.
Consecuentemente, la dimensión endógena de la comunicación corporativa comienza a cobrar una importancia estratégica evidente como facilitadora del trabajo colaborativo y coparticipativo de todos los profesionales (internos y externos) que conforman la fuerza laboral. En este sentido, se considera la comunicación interna como uno de los principales agentes constructores y transmisores de la cultura organizacional y, por tanto, la base de la comunicación externa. Asimismo, observamos que en la organización todo comunica: los contenidos formales y los informales, los planificados y los espontáneos. Del mismo modo, la palabra (pensada, escrita y dicha) es la materia prima que tiene el poder de construir e, incluso, destruir el futuro organizacional. Por tanto, la comunicación interna se puede comprender como una gran conversación que se extiende desde el origen hasta el final de la organización, en la que participa (intencionadamente o no) toda la fuerza laboral. Esta realidad requiere una mayor concienciación acerca de la función estratégica de la comunicación interna, entendida como una herramienta de gestión presente en todos los procesos y funciones organizativas y que integra a todos los profesionales.
Esta tesis aboga por la necesidad de reconocer esta transversalidad para de dotar de una dimensión estratégica y formal a la comunicación interna que existe, per se, en todas las organizaciones. A través de la implicación de la dirección y de la involucración de toda la fuerza laboral en el desarrollo de esta función, la comunicación interna planificada y estructurada facilitará la consecución de los objetivos organizacionales.
Finalmente, se presenta el ejemplo práctico de una organización que recoge muchas de las características propias del paradigma laboral y la nueva organización. Aprovechando el lanzamiento de su programa de liderazgo (Wanderbeing) se propone un sencillo plan de comunicación interna con la que se pretende plasmar de manera práctica muchos de los contenidos teóricos analizados previamente.
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