Si hermoso es el acto de escribir mediante el cual se van poniendo palabras a las ideas, no menos hermoso es el acto de leer que nos permite abrir nuestra mente a otros modos de pensar y de vivir. Este artículo se centra en la lectura como narración, como experiencias compartidas entre autor y lector. Las experiencias de vida recogidas en los libros son una fuente de recursos inagotable para la apropiación de valores. Además, el acto de leer es una experiencia viva y valiosa en si misma en el que el lector interactúa con las palabras escritas, con la narración recogida en un tiempo descrito o indeterminado, pero perdurable. Por otro lado, la lectura de un libro es una experiencia única, ya que de un mismo texto se extraen distintas interpretaciones, al igual que se evocan distintos sentimientos. Es más, una segunda lectura de un texto o narración, supone una experiencia nueva, distinta de la anterior, en la que se experimentan similares, pero no iguales, o diferentes interpretaciones y emociones. Por último, los autores quieren dejar constancia en este trabajo de la importancia de éstas y otras experiencias en la educación en valores, en un intento de huir del excesivo carácter cognitivo en el que se ha sumergido la pedagogía de los valores, así como de su excesiva escolarización.
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