Los jóvenes que acuden a un programa de rehabilitación de drogodependencias presentan una situación académica y cultural muy deficiente (el 40% no posee el graduado escolar), habiendo abandonado las actividades educativas y culturales de todo tipo desde la más temprana adolescencia. Asi mismo, la autoestima de estos jóvenes es muy baja, y el riesgo de abandono del programa, una vez iniciado, es muy alto.
La actividad educativa reglada y formal, dentro de un programa de rehabilitación, funciona como un factor de adherencia, y aumenta significativamente la autoestima del individuo, lo que claramente redunda en una mayor eficacia de las terapias propias del programa.
La obtención del Graduado Escolar, por su importancia como regularización académica, y el curso de Educación para la salud, como tema elegido por ellos mismos y dada la idoneidad ante la situación de estos jóvenes, son las actividades que se han revelado como más efectivas en el sentido de restaurar aspectos de la personalidad que recuperan la autoestima.
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