Las relaciones de empleo están reguladas por contratos formales que no siempre recogen todas las promesas o compromisos asumidos por las partes. Los empleados desarrollan sus propias expectativas sobre lo que creen que van a recibir de la organización, constituyéndose así su contrato psicológico. En nuestra investigación hemos tratado de indagar en el origen de tales expectativas y de la posible percepción de ruptura del contrato psicológico. Esta puede producirse por un incumplimiento expreso de la organización o porque los empleados desarrollen unas perspectivas distintas a lo que la dirección considera haber prometido. Nosotros estudiamos esta situación, la denominada incongruencia. Al respecto hemos podido comprobar que tanto la búsqueda de información, concretamente las preguntas a compañeros con más experiencia o a los jefes inmediatos, como la buena relación con el superior, propician unas expectativas más realistas, es decir, más próximas a lo que piensa la dirección.
En cuanto al origen delas expectativas, en nuestro caso de estudio, van en aumento si los individuos están más implicados en el trabajo, pero tienden a disminuir con el paso del tiempo y la presencia de características como al neurosis o el locus externo de control. La percepción de ruptura del contrato psicológico también provoca un descenso de las expectativas. En cualquier caso, el estudio de éstas se revela de gran interés, no sólo por conocer cómo se forma el contrato psicológico, sino también porque parece que afectan directamente a la conducta y la satisfacción de los empleados. De modo que nuestras actitudes y comportamientos pueden estar condicionados, no sólo por lo efectivamente recibió sino también por lo que esperamos recibir.
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