El gran impulso que el turismo urbano esta teniendo desde el cambio de siglo ha ido parejo con las renovaciones que las ciudades han ido experimentando de forma paralela.
En ciudades como Barcelona, Valencia o Málaga (centro de esta investigación) el turismo urbano supone aproximadamente un 15% del PIB local, lo que muestra la importancia de esta actividad económica.
Sin embargo los efectos positivos de la actividad turística han ido generando situaciones colaterales de ámbito negativo que han ido erosionando el ya frágil equilibrio que tenia la ciudad histórica, principalmente con su población residente.
Uno de los objetivos principales del Plan Urban cuando se inicio en 1995 en la Ciudad Antigua de Málaga era recuperar la población que la obsolescencia del Centro había creado, de ahí la necesidad de impulsar la actividad económica de la zona, renovar sus antiguas calles y plazas y dotar una política de vivienda que conllevara la atracción a familias jóvenes.
El éxito de la Ciudad Antigua como elemento dinamizador del turismo, su gran oferta museística moderna y patrimonial, la recuperación de 44 hectáreas peatonales en una gran supermanzana, no ha impedido que la perdida de población residente siguiera creciendo en contra de los objetivos propuestos.
Una serie de derivadas, muy vinculadas entre si han conducido a esta situación actual de desequilibrio. Por una parte la concentración de franquicias, restaurantes y bares en algunas partes del Centro, con sus consiguientes terrazas, han producido modificaciones importantes en la morfología de usos, expulsando al antiguo comercio tradicional, al tiempo que ocupaban en exceso el reciente espacio publico.
El exceso de actividad de restauración produce un ruido, que de acuerdo con las mediciones realizadas excede claramente el máximo legar permitido. Ello provoco ya hace 7 u 8 años protestas vecinales, y el aumento creciente de perdida de población que entre 2007 y 2015 supuso un 8% del total de la Ciudad Antigua, aunque en zonas como Beatas supero el 11%.
Desde hace escasamente dos o tres años, la ultima derivada ha llegado en forma de reconversión de las viviendas habituales en viviendas turísticas, pasado las camas disponibles en el Centro Histórico de cerca de 2.000 en 2015 a 6.500 en la actualidad.
El aumento de precios de alquiler que produce esta novedosas oferta, a la que no están ajenas las multinacionales del alquiler vacacional, se esta convirtiendo en el golpe de gracia definitivo para mantener un Centro Histórico con residentes como cualquier otro barrio de la ciudad, además de seguir siendo la referencia simbólica de Málaga.
El trabajo presentado hace hincapié en la necesidad de desarrollar estrategias urbanas para evitar estos problemas, de cumplimentar las ordenanzas existentes, al igual que en renovar o implementar otras con la intención de recuperar el equilibrio que se ha perdido en el Centro Histórico, y que no solo afecta a la progresiva perdida de población, sino también a la deriva que lleva la Ciudad Antigua hacia su conversión en un parque temático.
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