La presente Tesis persigue tres objetivos generales, el primero es definir las características y la dimensión del alumnado de entre 12 y 16 años en situación de riesgo social del Sistema Educativo asturiano; el segundo pretende conocer las variables fundamentales y las necesidades psicológicas del mismo y, por último, el tercero busca definir líneas y posibilidades de intervención y acompañamiento educativo.
Al tener vocación de investigación aplicada, la aproximación previa, o introducción, aborda dos cuestiones iniciales. La primera es la conceptualización de “riesgo social”, partiendo de la etimología y uso en la literatura y en la legislación educativa, y, en segundo lugar, una aproximación a la adolescencia actual, haciéndolo desde una perspectiva demográfica, antropológica, psicosocial, neurobiológica y, también, de género.
Los Institutos estudiados, después de un proceso de definición y en coordinación con la Administración Educativa, son ocho, respetando el ámbito territorial y de diversidad en la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias. El Instrumento de recogida de datos seleccionado es el SENA, Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes, ya que reúne los elementos que precisamos, aporta las evidencias de fiabilidad y validez exigidas, y nos permite conseguir los datos correctamente. Para la realización de las pruebas se logró implicar y vincular al conjunto de la Comunidad Educativa de cada Instituto, gracias a una estrategia relacional a lo largo del todo el proceso. Por último, se realizó un análisis estadístico, dividido en dos partes: la primera, consistente en un análisis preliminar descriptivo acerca de las diferencias en las variables analizadas entre el grupo detectado como en situación de riesgo social vs control en cada IES evaluado, y, en segundo lugar, un análisis estadístico predictivo para identificar los y las adolescentes en riesgo social.
Los resultados de la investigación nos permiten obtener conclusiones relevantes, conforme a los objetivos planteados. Así, en lo referente a la consideración de riesgo social por los centros: se demuestra que no existe una definición formal del concepto, aunque se reconoce su existencia, siendo una realidad indefinida y sujeta a la interpretación subjetiva por parte de los distintos profesionales intervinientes; las frecuencias de fallos en la clasificación del alumnado ponen en evidencia tanto el concepto utilizado como la comprensión de la propia realidad; el riesgo social se vincula, en la práctica, con los problemas exteriorizados, los problemas en las funciones ejecutivas y los problemas contextuales; el número de adolescentes en situación de riesgo social es mucho mayor que el identificado por los centros como tales; la situación socioeconómica y sociocultural tiene una traducción directa en las respuestas de “riesgo social”; y, el sexo no se relaciona con la situación de riesgo social, ni en porcentaje ni en problemas.
Conclusiones en el ámbito de la intervención educativa son la importancia del desarrollo del “cerebro social” en el colectivo adolescente, como consecuencia de la interacción social, y que las variables significativas para estar en situación de riesgo social son los problemas de regulación emocional, la integración y competencia social. Por ello, concluimos, no podemos pretender atender a la formación integral de los adolescentes, y abordar el “riesgo social”, sin intervenir sistemática y cotidianamente con el grupo de iguales y con la comunidad social que supone el centro educativo. Es decir, es necesario atender, e incluir, la intervención grupal sistematizada en el quehacer educativo.
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