En mujeres embarazadas, el aporte de ácidos grasos esenciales (omega 3 y omega 6), en cantidades adecuadas, es fundamental para el desarrollo de la placenta, del feto y, en último lugar, para el resultado exitoso del embarazo. Sin embargo, estos ácidos grasos también son susceptibles a la oxidación por radicales libres, lo que podría resultar en un aumento del estrés oxidativo. Durante el embarazo, además, se producen importantes cambios metabólicos, consistentes en una movilización de tejido graso, unido a la secreción de citoquinas y mediadores de la inflamación, que pueden afectar a la resistencia a la insulina y a la función vascular, pudiendo ser entendido el embarazo como un estado de inflamación sistémica leve pero controlada. Dada la importancia de estos ácidos grasos durante el embarazo, la dieta de las mujeres embarazadas se convierte en un factor relevante para proporcionar suficientes ácidos grasos tanto al feto como al niño y uno de los principales alimentos que los contiene es el pescado graso que, además, aporta otros importantes nutrientes como proteínas de gran calidad, vitaminas antioxidantes, minerales y oligoelementos. A pesar de todos estos beneficios, el pescado puede acumular contaminantes en sus tejidos, lo que podría afectar al desarrollo del feto. Así, como alternativa al pescado salvaje se dispone del de piscifactoría; sin embargo, este pescado suele ser alimentado con harinas de origen animal, de tal forma que contendría más omega 6 que omega 3 y se perderían sus propiedades beneficiosas sobre el organismo.
Este estudio, que forma parte del proyecto de investigación "The Salmon in Pregnancy Study" (SiPS), ha sido financiado por el VI Programa Marco de la Unión Europea (UE), denominado "Sustainable Aquafeeds to Maximize the Health Benefits of Farmed Fish for Consumers" (AQUAMAX). En relación con lo expuesto anteriormente, en SiPS se ha descrito por primera vez un estudio de intervención durante el embarazo, utilizando un salmón rico en ácidos grasos omega 3 de origen vegetal y mínimamente contaminado.
De esta manera, este trabajo se centra en mujeres embarazadas, un importante área de investigación donde la información sobre los beneficios del consumo de pescado es bastante escasa, debido principalmente a las dificultades que supone la realización de intervenciones nutricionales durante el embarazo, por la posible presencia de contaminantes en los peces que podrían afectar al desarrollo fetal. En este sentido, para el estudio se seleccionó una muestra aleatoria de mujeres embarazadas con un bajo consumo de pescado. Estas mujeres se dividieron, aleatoriamente, en dos grupos: el grupo Control, que continuó con su dieta habitual y el grupo Salmón, que incorporó a su dieta dos porciones de salmón "hecho a medida", desde la semana 20 del embarazo hasta dar a luz. Este salmón se caracteriza por haber sido criado en piscifactoría pero con una dieta controlada, usando ingredientes selectos (aceites y alimentos de origen vegetal como algas y zooplancton), de tal forma que es rico en ácidos grasos omega 3 de origen vegetal. Además, contiene vitaminas antioxidantes como las vitaminas A y E, selenio y muy bajos niveles de contaminantes.
Las mujeres participantes en el estudio proporcionaron muestras de sangre y de orina y completaron un cuestionario de frecuencia de alimentos en la semana 20 del embarazo (que recopilaba la ingesta de alimentos en las 12 semanas previas), igual que en la semana 34. Posteriormente, en la semana 38 del periodo gestacional, también se tomaron muestras de sangre y de orina y, en el momento del nacimiento, se recogió la sangre de cordón de la vena umbilical después del pinzamiento del cordón, inmediatamente después del parto.
En cuanto a los análisis realizados, se determinó el perfil de ácidos grasos en las mujeres embarazadas y en sus recién nacidos, tanto en plasma como en eritrocitos. También se determinó el nivel de estrés oxidativo mediante el análisis de diversos biomarcadores de oxidación de lípidos, como los peróxidos lipídicos en plasma, además de los isoprostanos en orina y, como indicador del daño oxidativo al DNA de las células, la 8-hidroxi-2'-desoxiguanosina (8-OHdG) también en orina. Para evaluar el sistema de defensa antioxidante se determinaron diversas actividades enzimáticas en eritrocitos (superóxido dismutasa (SOD), catalasa (CAT), glutatión peroxidasa (GPx) y glutatión reductasa (GR)). Además se analizaron las concentraciones de selenio y de glutatión, también en eritrocitos y en plasma las de las vitaminas A, E, ß-caroteno y coenzima Q. Por otro lado, se determinaron los niveles de lípidos plasmáticos (triacilgliceroles, fosfolípidos, colesterol total, colesterol HDL y LDL), glucosa e insulina y se calculó el índice de resitencia a la insulina (HOMA-IR). Por último, se analizaron una serie de biomarcadores relacionados con el proceso inflamatorio: adipoquinas como la adiponectina y leptina, biomarcadores de inflamación como el factor de necrosis tumoral alpha (TNF alpha), citoquinas como las interleuquinas 6 y 8 y biomarcadores de homeostasis vascular, como las moléculas de adhesión al endotelio vascular (E-selectina, ICAM-1, VCAM-1) o el inhibidor del activador del plasminógeno (PAI-1) entre otros.
Hasta la fecha, solamente se han realizado estudios en mujeres embarazadas con suplementos de aceite de pescado, en forma de cápsulas que contienen estos ácidos grasos omega 3. En diversos trabajos se ha observado un aumento de estrés oxidativo o cambios en el estado inflamatorio, después de tomar esos suplementos de aceite de pescado. Sin embargo, la cantidad de omega 3 aportada con las cápsulas es mayor que la suministrada con el salmón en SiPS. Es por esta razón que el estado oxidativo e inflamatorio permanecen sin cambios en las mujeres embarazadas de nuestro estudio. No obstante, tomando dos porciones de salmón a la semana se consigue aumentar el nivel de ácidos grasos omega 3 tanto en las madres como en sus hijos. A diferencia de los suplementos de aceite de pescado, dentro de la matriz de alimento que constituye el salmón no solo encontramos ácidos grasos omega 3, sino también otros importantes nutrientes como proteínas de gran calidad, grandes cantidades de vitaminas como la A, D, también la E y minerales y oligoelementos como el yodo y el selenio. De tal forma que al consumir pescado, además de aumentar el nivel de ácidos grasos omega 3 en el organismo, estaríamos mejorando las defensas antioxidantes, como ocurre en el caso del selenio y el retinol en estas mujeres embarazadas que han estado tomando dos porciones de salmón a la semana.
Por tanto, el consumo regular de este pescado por parte de mujeres embarazadas permitió aumentar, tanto en ellas como en sus recién nacidos, el nivel de ácidos grasos omega 3. Sin embargo, aunque estas mujeres incrementaron su consumo de salmón en dos porciones a la semana, no se vio afectado el nivel de estrés oxidativo en el organismo. Además, las defensas antioxidantes de las mujeres embarazadas y sus recién nacidos mejoraron en cuanto a los niveles de selenio y retinol, contenidos en el pescado. Por último, la respuesta inflamatoria y la homeostasis vascular no se vieron afectados por una mayor ingesta durante el embarazo del salmón del estudio, ni en las madres, ni en sus recién nacidos.
En definitiva, el consumo de pescado graso rico en ácidos grasos omega 3 y con bajos niveles de contaminantes, como el usado en esta tesis, ofrece una solución ideal para aumentar el consumo de pescado durante el embarazo y mantener un buen estado de ácidos grasos omega 3, de gran importancia para el desarrollo adecuado del nuevo ser sin afectar al estado oxidativo o inflamatorio del organismo.
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