Con la implantación de las Titulaciones de Grado empezó a surgir la necesidad de cambiar las estructuras organizativas de las universidades, y con ellas los sistemas de evaluación en la Educación Superior. El desarrollo de las competencias o lo que Gimeno (1998) describe como "saberes": "saber qué", "saber hacer", "saber sobre el hacer", "saber ser y para qué", requiere nuevas herramientas para ayudar al alumno a ser consciente de su proceso de aprendizaje, de su desarrollo personal, académico y profesional. A raíz de esto, en la Universidad de Alcalá, empezaron a surgir una serie de iniciativas por parte del profesorado, para desarrollar sistemas innovadores a las nuevas demandas sociales y académicas. Una de las decisiones más importante fue la aprobación de la Normativa Reguladora de los Procesos de Evaluación de los Aprendizajes (aprobada en el Consejo de Gobierno el 24 de marzo de 2011). Una normativa que generaba incertidumbres, miedos, necesidades formativas, espacios de reflexión y debate, ya que nos encontrábamos en la paradoja de conocer la teoría, pero no cómo llevarla a la práctica de las aulas, lo que generaba tensiones en la comunidad universitaria. En la Escuela Universitaria Cardenal Cisneros (en la actualidad Centro Universitario Cardenal Cisneros), centro adscrito a la Universidad de Alcalá, y del que soy docente, esta preocupación por cumplir la normativa era un hecho patente, a pesar de ser un centro con una visión pedagógica muy innovadora y adaptada a las demandas de los estudiantes y sus docentes. Por ello, y por mi interés por la evaluación, decidí realizar un estudio de casos en el que se innovaba en evaluación a través del uso de rúbricas. Se solicitó la colaboración y participación de una serie de profesores de diferentes áreas de conocimiento, que tenían en común que todos impartían docencia en los Grados de Educación Infantil, Primaria y Educación Social, además de, en ese momento, en las Diplomaturas de Maestro en Educación Infantil, en Educación Primaria, en Audición y Lenguaje y Educación Especial. Para entender mejor cada una de las prácticas y usos que hizo cada uno de estos profesores con las rúbricas y como modificaron sus sistemas y procesos de evaluación, se realizó un análisis inicial de las concepciones sobre la evaluación que tenían, como punto de partida, para el diseño de la acción, y para entender cómo iban evolucionando estas prácticas. Para que el cambio no quedara únicamente como tal y hubiera una mejora de la praxis, fue necesario iniciar procesos de reflexión y diálogo, que se fueron realizando a través de entrevistas individuales. Pero los profesores no fueron los únicos que tuvieron algo que decir en la investigación. Los estudiantes asumieron un papel activo, que favorecieron "aprendizajes profundos" y significativos. Las palabras del alumnado, recogidas a través de cuestionarios de evaluación y de entrevistas, fueron muy importantes para que los profesores se concienciaran de las mejoras que se estaban llevando a cabo en el ámbito de la evaluación. Pasando de utilizar la evaluación como un instrumento de control o medición hacia una herramienta formativa. El paradigma de esta investigación se enmarca dentro de un enfoque cualitativo-interpretativo, concretamente dentro de la investigación hecha por profesores, por lo que las voces de los protagonistas son la mejor muestra de la evolución en la metodología de los participantes. De este modo se generó un conocimiento local que ha producido que se utilicen las rúbricas en otras asignaturas, que otros profesores asuman el papel de amigo crítico como medio de mejora en las clases, etc. En definitiva, un cambio y una mejora real.
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