Abordar la convivencia escolar ha sido objeto de numerosas investigaciones junto a diversas acciones dirigidas a las diferentes audiencias de la comunidad educativa. No obstante, se continúan produciendo situaciones conflictivas en los centros que, además de perpetuarse, engrandecen otras problemáticas que, de ser tratadas, a través de la prevención y la intervención adecuada, se gestionarían como naturales. Por tanto, es de especial relevancia plantearse el uso de un proceso de reflexión en torno a la convivencia en los centros en el que se incluya a toda la comunidad escolar: equipos directivos y educativos, personal de administración-servicios, gestores, familias y entidades sociales relacionadas con la escuela y, por supuesto, el alumnado. Presentamos los procesos de evaluación de planes de convivencia como los propicios para estos procesos de reflexión, resaltando aquellos puntos fuertes y débiles en los que hay que incidir. Con su uso por parte de toda la comunidad educativa, se aporta claridad en el camino del cambio necesario para que se pueda dar un ambiente de convivencia positivo que posibilite el desarrollo del alumnado. Por ello, se reclama junto a la necesaria participación de todas la personas involucradas en la vida de un centro, una mayor implicación y formación en elementos básicos relacionados con la evaluación que les permitan obtener información para profundizar en el descubrimiento de una educación que fomente la ansiada cohesión social.
Sabemos que la convivencia como marco del fomento de la cohesión social es un hecho que debe ser abordado en los centros escolares. Para ello, es prescriptivo establecer un plan de convivencia concreto en el que se incluya la participación de toda la comunidad escolar y en el que se planifique y se lleve a cabo también, por parte de dicha comunidad, su evaluación como parte del proceso de reflexión y mejora del mismo.
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